Kathia Jasso Blancas CUERNAVACA.
El investigador del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, Roberto Castro Pérez, señaló que las cifras sobre violencia en contra de mujeres deben motivar a las autoridades a establecer políticas públicas que reviertan esta tendencia.El coordinador del programa de investigación “Sociedad y Salud”, precisó que datos de la Encuesta Nacional de sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) del INEGI, revela que Morelos se encuentra por arriba de la media nacional en la mayoría de los tipos de prevalencia de las diversas formas de violencia.
En cuanto a la violencia física, este es el único tipo en el que la entidad no supera la estadística nacional con 8.9 por ciento contra un 10.2 por ciento nacional; sin embargo, en la sexual reporta 6.4 por ciento, cuatro décimas más arriba que la medida nacional; en la violencia emocional alcanza un 28 por ciento contra un 26 por ciento nacional.El tipo económico es de 22.8 por ciento y a nivel nacional de 20.1 por ciento; esto es, que en total, Morelos reporta un porcentaje general de 37.3 y a nivel nacional es de 35 por ciento.
De acuerdo con la Endireh, la prevalencia de violencia física es mayor en las mujeres que tienen preparatoria incompleta. La violencia sexual es mayor si el hombre tiene hijos con otras parejas, si a la mamá de su pareja le pegaba su papá y si las personas con la que vivía la mujer cuando era niña se insultaban, ofendían o pegaban.La violencia emocional es mayor en el estrato bajo, en las mujeres de 15 a 19 años, si viven en unión libre o si cuando era niña la cuidaban otras personas no familiares. La prevalencia de violencia económica es mayor si está casada por lo civil, si la mujer empezó a vivir con su pareja antes de los 15 años, si la mujer o el hombre tienen hijos con otras parejas.
Roberto Castro informó que el diagnóstico arroja que una niña que atestiguó violencia entre los padres es susceptible de sufrirla directamente ya sea en el noviazgo, en la escuela o en la vida de pareja y luego ejercerla contra sus hijos.Dijo que un tercio de las mujeres mexicanas no ha sufrido violencia pero dos terceras partes han estado o están vinculadas a expresiones de violencia. Asimismo, un tercio de los jóvenes reporta que no ha sufrido ni ejerce violencia en el noviazgo pero dos terceras partes han vivido una forma o más de violencia.Lo grave del asunto es que los estados cuentan con una propia base de datos y los programas de prevención de la violencia podrían sustentarse mejor con información precisa, sin embargo, en la realidad, por causas que no quiso especular, no se explotan las estadísticas para aplicar políticas públicas adecuadas.El investigador del CRIM-UNAM, refirió que la recientemente aprobada Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre sin Violencia, es un compendio que constituye “un paso adelante” y aunque hay problemas técnicos como especificar el desamor como una forma de violencia, al menos abre la posibilidad de que se tipifiquen los distintos tipo de violencia en los códigos penales.
Contrario a esta percepción, Roberto Castro, actual coordinador del Estudio sobre Maltrato contra la Infancia en México financiado por Unicef, criticó severamente las reformas aprobadas por la 50 Legislatura al artículo 2-C la Constitución local que penaliza cualquier forma de la interrupción del embarazo.Dijo que esa reforma “es una regresión en materia de derechos de las mujeres, un desconocimiento actual de la discusión mundial en cuanto a este tenor, además, constituye un resabio del pensamiento religioso que sigue orientando el quehacer de los políticos”.El investigador aseguró que además esta acción de los diputados de todos los partidos representados en el Congreso local es un atentado al estado laico y a los avances a nivel mundial que ha apoyado la ONU “es decirles a las mujeres que no son dueñas de su cuerpo y que se tienen que aguantar embarazos aún en casos graves como la violación, sólo porque en el estado no está permitido el aborto”, finalizó.
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